Un jueves por la mañana recibimos a una nueva paciente, Ana Lucía de 7 años, venía acompañada de su padre. Lo primero que hicimos fue presentarnos y hablar las cosas básicas de Analú, como la llaman en su casa de cariño. El papá me contó que aparte de la limpieza y el control, querían valorar bien la mordida porque ellos veían que Analú tenía un problema de “dientes pegados” que no habían tenido con su hijo mayor.
Empezamos la cita odontológica con Analú acostada en nuestra nave espacial, revisamos las zonas donde el cepillado dental les estaba costando un poco y dimos las instrucciones necesarias para llegar a realizar un perfecto cepillado. Luego realizamos una buena limpieza dental con pasta de sabor a sandía, la favorita de Analú, dejamos los dientes limpios y brillantes, para así poder revisar que no existieran carietones en ninguno de los dientes. De último valoramos la mordida, encontramos que Analú no tenía problemas en como estaba mordiendo, sino en que no tenía espacio para los dientes permanentes.
Entonces empezamos a explicarle al papá lo que podíamos hacer y el estaba muy feliz del tratamiento que le íbamos a realizar a su hija, para lograr que se le acomodaran los dientes. Cuando ya estaba claro el plan a seguir esto fue lo que sucedió:
-Papá: “Doctora, es que nosotros tenemos un hijo mayor que tiene 14 años y nunca tuvimos este problema en ningún momento”
-Dani: “Muchas veces pasa esto, como siempre les digo a los papás, cada hijo es diferente, y por más que sean hermanos no significa que sean una copia del otro. Ni siquiera los gemelos son iguales.”
-Papá: “Si entiendo, lo único es que mi otro hijo tiene una sonrisa de estrella, pensé que siempre todos la tenían así.”
En ese momento Analú entra en nuestra conversación.
-Analú: “Si Pa, tenés razón. Mi hermano tiene una sonrisa de estrella. ¡Lástima que nunca la usa!”
En ese instante nos volvemos a ver y nos atacamos de la risa.
-Papá: “Tiene razón Analú, mi hijo está en la adolescencia y estamos teniendo una etapa que nada le hace gracia y nunca quiere lavarse los dientes.”
-Dani: “Analú, muchas veces eso pasa con los hermanos mayores, y tenemos que aprender que son etapas y que pronto pasan. Y Papá, tenemos que reforzar al 100% las técnicas de cepillado para que siga teniendo la sonrisa de estrella, en esta etapa tienen que volver a tomar el timón del higiene bucal de su hijo para que todo el esfuerzo que hicieron en los primeros años no se pierda.”
Después de que se fueron, en mi cabeza me devolví unos cuantos años atrás, y me acordé de lo que fue vivir la adolescencia de mi hermano. Yo quería que el me pusiera toda la atención del mundo, y él lo único que quería era escuchar su CD de Bob Marley, salir al cine con sus amigos e ir a la playa todas las vacaciones. Aquel amigo que jugaba conmigo ya había crecido y era muy difícil de aceptarlo. La adolescencia es muy difícil para los padres, pero también es difícil para los hermanos menores, es importantísimo que les expliquemos un poco de la situación y aclararles que no es que los dejaron de querer o que ya no van a estar ahí para ellos, sino que solamente es una etapa y que pronto pasará. Después de que mi hermano y yo completamos esta etapa, finalmente llegamos de nuevo a ser los mejores amigos del mundo, la adolescencia fue historia de nuestro pasado ya que fue inevitable saltársela.