¿Quién no regresa a la infancia cuando vuela un cometa?

Han pasado más de 25 años desde la última vez que volé un cometa con mi papá en el parque La Favorita, el cual quedaba frente a mi casa. Pasaron varios años hasta que me regalaron uno nuevo, pero esta vez tenía forma de abeja. Sin embargo, estuvo guardado algún tiempo hasta que mi hermano me ayudó a recodar cómo funcionaba todo este asunto de volar cometas.

En ese momento, cuando vi la abeja volar, sentí como si esos 25 años no hubieran pasado, como si todavía fuera aquella niña. Me sentía emocionada de ver el cometa volar por los aires, y aún más emocionada al saber que era yo quien lo guiaba con la ayuda del viento.

Había regresado a mi infancia, y fue ahí cuando me di cuenta que el niño que todos llevamos dentro sigue ahí, solo hay que dejarlo salir de vez en cuando, y es que aceptémoslo, a nadie le hace mal esto, al contrario, nos divierte y nos hace recordar momentos mágicos.

Todo esto me llevó a pensar en las cabezas de mis pacientitos cuando llegan a la consulta. Ellos no están sentados en una simple silla dental, sino en una nave espacial que sube por los aires. Mis pacientes no ven un frío espejo frente a ellos, lo que ven es un espejo con súper poderes que busca carietones en los dientes; además, mientras el agua que sale de la pieza de mano es un baño de estrellas para los dientes, las gasas son cobijas para los dientes porque tienen frío.

Como odontopediatra, me encanta ver esa chispa que tienen los niños, me divierten sus espectaculares “salidas”, y me asombra su amor, que es lo más puro que existe.

Los invito a acompañarme en este camino del Blogging, que junto con las historias que escucho día a día y mis conocimientos, quiero llegar donde ustedes de una manera más clara y sencilla, y así puedan darle el mejor cuidado bucal a sus hijos.

¡Montémonos en ese cometa todos los días, no olvidemos lo lindo que es soñar!