Durante mis años como odontopediatra veo crecer a mis pacientes y a veces no se si sentirme vieja, o simplemente pensar que sólo son ellos los que están creciendo. A veces me sorprende cuando llega una mamá embarazada, y en un abrir y cerrar de ojos, ya estoy reforzando las técnicas de cepillado de los 20 dientes del bebé que estaba en la pancita. Aunque llego a conocer a mis pacientes súper bien, cada consulta es un mundo nuevo y aprendo de ellos.
Mi paciente Max, ha sido paciente mío desde el 2013, su primera cita fue justo cuando venía llegando de mi especialidad. Actualmente tiene 6 años y ha venido aproximadamente a 10 citas de control conmigo, ya que nos vemos cada 6 meses. He escuchado todas sus historias desde el cambio del kinder a la escuela, de cuando su perro nuevo se le comió los zapatos, hasta las aventuras de las vacaciones y de cómo olvidó su cepillo de dientes en la playa. Cuando Max llega a la clínica, tenemos una rutina establecida: hablamos de los cambios que han pasado en los últimos meses, valoro la técnica de cepillado que está utilizando, realizo la limpieza dental y hago una revisión exhaustiva en cada diente para asegurarme que no existan caries dentales ni problemas en la mordida.
En la última cita esto fue lo que nos ocurrió:
-Dani: Max, ya que tus dientes están limpios y brillantes vamos a revisarlos. Le voy a dictar a Yuly un montón de números para que ella pueda escribirlos y que no se nos olvide nada.
-Max: Ah, ok. ¿Vas a usar los códigos de policía?
-Dani: ¿Cuáles códigos?
-Max: Los de siempre, decis 1-1, luego 2-1 y así, siempre duro un rato escuchando muchos números. De hecho el otro día les conté a mis amigos de la escuela que vos eras policía y usabas códigos pero sin un walkie-talkie.
-Dani: ¡Max! ¿Soy una policía por mis códigos?
-Max: ¡Claro Dani! Y aparte preguntas todo lo que como, cuantas veces me lavo los dientes, si uso o no uso hilo dental y hasta que marca de pasta de dientes uso, sos como una detective.
-Dani: Bueno, creo que soy más detective que policía, pero esos códigos son muy importantes para poder saber cómo están tus dientes. Hay códigos buenos y unos no tan buenos, por dicha siempre en tu boca nos salen códigos buenos.
-Max: Buenísimo, espero solamente tener códigos buenos cada vez que vengo.
-Dani: Obvio, para eso venís dos veces al año. Ademas te lavas los dientes súper bien en la casa, usas hilo dental y comés bien. ¡Estamos en todas!
Siempre pensé que el momento en que yo revisaba los dientes de mis pacientes era la parte más aburrida de la cita de control en odontopediatría, después de la cita con Max, mi mentalidad cambió. Ese “supuesto” momento aburrido, según mi cabeza, mi paciente ya lo había convertido en una persecución policial en su boca, que la dentista ya no era una dentista, sino una policía en busca de los malos. Aprendí algo muy valioso en ese momento, me di cuenta de como hay que vivir la vida realmente. Hay que disfrutarla y sacarle provecho a cada instante, vivirla como los niños la viven. Con estos aprendizajes, que solo ellos me dan, verlos crecer alegran mis días; ya no me preocupo si ellos crecen o si yo me hago más vieja, sino solamente en disfrutar cada día de la vida.