Creo que muchos de los que están leyendo este cuento quieren tener a un Puchi en la casa. Esta historia comienza unos años atrás cuando los papás de Leonardo adoptaron a Puchi, ya que era un perrito abandonado en la calle y lo hicieron parte de su familia. Puchi estuvo solo con sus dueños por dos largos años hasta el día que nació Leo. Todos en la casa estaban ansiosos de ver la reacción de Puchi cuando llegara Leo de la Clínica, ya que mientras Leo estaba en la pancita de su mamá Puchi lo olía, a veces le labraba y algunas veces se dormía encima de él.
En los primeros días de la vida de Leo todos estaban atentos de los pasos de Puchi, hasta que se dieron cuenta de que era un excelente hermano mayor, hasta dormía a la par de donde estuviera dormido Leo y caminaba junto con quien lo asoleara en las mañanas. Cuando Leo empezó a comer se hicieron aún más amigos, ya que era la aspiradora abajo de la silla de comer en todos los tiempos de comida.
Fueron creciendo juntos y se hicieron amigos inseparables. Leo llegó a la primera consulta conmigo cuando tenía casi dos años, su mamá me mostró una foto de Puchi y me contó toda la historia; me fue de gran ayuda porque hablamos del perrito toda la cita. La primera cita fue un éxito, Leo aunque estuvo inquieto en la cita se portó muy bien y los papás aprendieron mucho; les recomendé que era el momento de ir eliminando el hábito del uso del chupón ya que Leo se dormía todas las noches con el chupón con leche y se tomaba otro en la madrugada. Les di varias recomendaciones: primero diluir la leche con agua, cambiar la rutina en la noche dejando el lavado de dientes de último para finalizar con la lectura de un libro; y súper importante acompañarlo en las madrugadas cuando se levante haciéndole cariños en la espalda y que el chupón sea la primera opción. Sé que no es fácil y son unas algunas malas noches para todos en la casa, pero poco a poco se logra si se trabaja en equipo.
Unos meses después llegó Leo para su limpieza dental. En este momento ya hablaba mucho más y nos enseño otra foto de Puchi. En este momento empezamos a hablar con los papás:
-Mamá de Leo: “Doctora, tenemos algo que contarle. ¿Verdad Leo?
-Dani: “¿En serio? Espero que sean buenas noticias.”
Leo sonrió y se escondió atrás de la mamá.
-Mamá de Leo: “Le voy a contar yo a la Dra. Dani. Unos días después de que la visitamos, llegó un amigo de Puchi a la casa, y resultó que este era el perro recolector de chupones de bebés, y como Leo ya es un niño grande tuvo que entregarle el chupón. Ahora en la noche Leo se toma la leche en un vaso azul lindísimo y en la madrugada ya no lo necesita porque no se despierta en la noche.”
-Dani: “¡Wow! ¿Y ese amigo de Puchi lo pueden llamar otras mamás?
-Mamá de Leo: “¡Claro! Lo que hicimos fue hacer un dibujo explicándole que ya Leo estaba grande y se lo dejamos listo con leche junto a la taza de agua de Puchi, y el día siguiente nos levantamos y había un pequeño desastre de leche en la cocina y se había llevado el chupón. Leo se puso triste las primeras noches, entonces leíamos un libro super lindo y se lograba dormir. Leo lo bautizó con el nombre de -Leche-.”
-Dani: “Bueno los felicito, y les agradezco por haberme contado de Leche, un perro tan inteligente que sabe cuando los niños ya no deben de tomar chupón. Yo no lo conocía, pero voy a contárselo a otras mamás para que les ayude, y empiece a visitar otras casas.”
Terminamos la consulta y yo seguía con una sonrisa en mi cara. Los padres se ingenian unas historias que yo los admiro, ellos día a día hacen que mi cerebro tenga más ideas para así poder ayudarles a ustedes a que la salud bucal de sus hijos sea la mejor.Los papás de Leo utilizaron lo que a Leo lo vuelve loco: los perros y lo lograron en dos semanas aproximadamente. Lo único que se necesita es las ganas de querer dejar malos hábitos y todo lo demás va saliendo poco a poco; como les dije antes no es fácil pero se logra con esfuerzo y con equipo.
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